Por: David Nájera Villa

Existen muchas formas de contar una historia, desde el siempre confiable modo cronológico hasta los esquemas muy elaborados, que exploran múltiples dimensiones y brincos espacio-temporales. La elección depende de la complejidad de la historia, si ésta es conocida, si es una historia real -que ya pasó, y por lo tanto se conoce su final-, de la intención del narrador, etcétera. Muchos son los factores y muchas las posibilidades, aunque la realidad nos muestra que es más fácil lo seguro, sin embargo, es justo mencionar que existen excepciones.
La temporada de series del 2019 terminó con la presentación de varias propuestas, entre ellas destaca Hernán, que durante 8 capítulos nos mostró una parte de la vida del controversial conquistador. No es gratuito que dicha producción viera la luz en dicho año, pues tal fecha marca los 500 años que han pasado desde que Hernán Cortés pisó tierras mexicanas, y quizá tanto tiempo apenas sea suficiente para poder reflexionar de manera objetiva sobre tan delicado y apasionado tema.

Al ser la conquista de México un tema tan conocido -especialmente su final- entra en juego lo mencionado líneas arriba. Teniendo en cuenta esto, me parece que Hernán realiza una exposición que tiene de fondo una buena reflexión, tal vez no entendible de primera instancia, ya que los brincos entre el pasado y el presente no son del agrado de todos. Pero el hecho de elegir el clímax de la conquista, la conocida “noche triste” y los acontecimientos que llevaron a ello como el inicio de la narración, es algo que vale la pena reconocerse. Al ser ésta la guía, cada episodio se centra en un personaje importante tanto en la vida de Cortés, como en la conquista de México, algunos muy conocidos y otros no tanto, específicamente para el público no especializado.
Dicho esto, es agradable mencionar la existencia de un equilibrio entre el conocimiento especializado y el no especializado sobre el tema en el guión de la serie, lo cual deja un buen sabor de boca a las dos audiencias. Por poner un ejemplo, tenemos la estrategia de Cortés para hacer legal toda su aventura, al ser nombrado Capitán General en la recién fundada Veracruz. Dicho acontecimiento no era tan conocido, al colocarlo se complace a los historiadores; y al adornarlo de humor, sentimientos y drama, el público no especializado queda atraído y beneficiado, pues aprende y se entretiene. Quizás, estas estrategias provoquen interés en la audiencia y ésta decida investigar acerca de la materia, o quizás termine siendo sólo un tema de charla de café, sin embargo, la presentación de estos pequeños fragmentos es provocativa y deja con buenas posibilidades al deseo de querer saber más.
Otra cosa a tomar en cuenta, especialmente para los historiadores, es que estamos hablando de otro lenguaje: el audiovisual. Por lo tanto, existe un rango más amplio para las libertades creativas. Éstas se ven reflejadas en lo que no cuentan las crónicas, especialmente la parte emocional -alegría, enojo, tristeza, amor- que es atemporal y ayuda a conectar con la audiencia, y en última instancia a posibilitar el éxito, pues recordemos que eso es importantísimo para las productoras. Ahora bien, algo que deja un poco qué desear, siguiendo esta pauta, son las batallas. Si bien es entendible que estén bajadas un poco de tono, hubiese sido más provocativo y dramático -que bien lo merecían- darles más rojo.
En general, Hernán es una buena producción, a pesar de tener detalles que saltan a la vista para los historiadores muy quisquillosos, ha sido aceptada por los especialistas. Para el público general es provocativa, cautivadora y educativa, lo cual es magnífico, pues estos resultados ayudan a crear reflexión y entendimiento, particularmente de un hecho tan importante en la historia de México.
Sólo me queda decir que queda de usted ver la serie y obtener sus propias conclusiones. Realmente invito a que lo haga (La serie está disponible en línea https://www.tvazteca.com/azteca7/hernan). Le puedo adelantar que aunque probablemente sepa en que termina la historia, no quedará con la sensación de haber perdido su tiempo.

